Sobre este blog

En la vida hay que ir dejando huellas, no cicatrices.

Hay una gran diferencia entre dejar huellas o dejar cicatrices. Las primeras son marcas inolvidables que deseamos lucir con orgullo en nuestra piel y en nuestra memoria, pues nos hacen rememorar momentos de amor, de amistad y de crecimiento.

Sin embargo, las cicatrices se forman a partir del daño, del dolor, de las heridas que nos ocasiona el abandono, la humillación, la envidia o la soledad indeseada e injusta. Estas son marcas que no queremos tener y que nos recuerdan a un dolor que no hemos deseado.

Por eso es importante que miremos cada uno de nuestros actos con el interés de hacer bien y de llevar la bondad por bandera, ya que debe la calidad y la calidez emocional deben ser dos máximas prioritarias a la hora de escoger la forma en la que queremos relacionarnos.


Las cicatrices son muy importantes, hay que lucirlas con orgullo

Una vez rotos, somos indestructibles. Es lo bueno que tiene tocar fondo, que ya no hay nada que nos retenga, no hay fuerzas que nos mareen ni incertidumbre de lo que nos espera. Entonces solo queda la opción de coger impulso y resurgir.

Y es que a veces es inevitable que nos hieran. De hecho, es importante que también lo malo nos suceda, que conozcamos el dolor que supone haber jugado con fuego o habernos cortado con el filo de aquella navaja que veíamos que despedazaba todo aquello que encontraba a su paso.

No es sencillo entender esto, pero es algo inherente a la vida. Las heridas no siempre son malas, pues nos curten y nos hacen abrazar el sentido de la vida.

Transformar cada cicatriz en un aprendizaje

Realmente son los aprendizajes los que nos dejan huella sea cuál sea el método de enseñanza. Esto es importante porque según cómo miremos hacia aquello que nos hizo daño, podremos valorarlo de una u otra manera.

Es decir, no es lo mismo mirar hacia el sol en pleno mediodía sin gafas de protección, que hacerlo con gafas al atardecer. Debemos ser conscientes de que a veces al pensar en nuestras heridas con rencor y miedo, lo que estamos haciendo es contribuir a su infección.

Por eso quizás el mejor momento para echar la vista hacia atrás no es en la ocasión en la que nos sintamos más vulnerables. Por ejemplo, si tu pareja no te llama como tú crees quizás deberías evitar pensar en cuando tu expareja te fue infiel.

O sea, se trata de respetar ritmos y momentos, de no ser masoquistas emocionales e intentar cicatrizar las heridas cuando toca y no cuando el contexto favorece que nos vuelvan a doler.

"Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad".
Jorge Luis Borges

Por otra parte, hay personas, situaciones y lugares que dejan una huella imborrable en nuestra esencia, que nos brindan la oportunidad de guiar nuestro presente sanando nuestro pasado y nuestro futuro.

Este debe ser siempre nuestro objetivo: dejar huella y ayudar a sanar aquellos dolores inevitables. Este será nuestro mejor salvavidas, pues será lo que llene de maravilloso significado todo aquello que nos rodea.

Es importante que no nos marquemos porque sí y que cuando lo hagamos, sea con tacto, suavidad y bondad. Esto garantizará vínculos sin conflictos y, por supuesto, recuerdos basados en la concordia, el bienestar y la felicidad de tener a nuestro lado personas de acero inolvidable.